viernes, 15 de junio de 2007

El Verbo


El verbo es la parte más importante de la expresión de una idea. No solo la más importante, sino, en realidad, la infaltable. Si no hay verbo, no hay idea.
El verbo tiene la capacidad de trasmitir por sí solo la noticia, llovió, escampó, está nevando..., aunque generalmente va acompañado de otras voces, de las cuales se convierte en núcleo en la oración, Juan vendió su carro a Yolima, el gato cazó al ratón, nuestra empresa le ofrece créditos de libre inversión...El verbo es a la oración lo que el Sol al sistema planetario.
Esa dimensión trascendental del verbo en el panorama de la comunicación exige su estudio particular y detenido. Sobre todo si se tiene en cuenta que el verbo en español es el más complejo de sus elementos, pues aparte de que un solo verbo presenta numerosas variaciones, más de cincuenta, estudian, estudié, estudiarían, estúdienlo, han estudiado, estudia, va a estudiar..., tiene también exigencias de su régimen sintáctico, según sea transitivo, intransitivo o pronominal, y exigencias de su a veces peculiar conjugación, según sea regular, irregular o defectivo.
Este amplio mundo se va viendo cada vez más asequible en la lectura sistemática o en la simple consulta puntual de un libro especializado, que ponen al alcance del lector común la complejidad de la gramática del verbo.
Autor: Fernando Ávila

domingo, 3 de junio de 2007

El Hombre Perdió los Signos de Puntuación


El hombre perdió...
El hombre perdió la coma, empezó a temer a las oraciones complejas, buscó frases más sencillas. Frases sencillas conllevaron pensamientos sencillos.
Después perdió el signo de exclamación y comenzó a hablar en voz baja, monótonamente. No le alegraba ni le indignaba nada, todo le tenía sin cuidado.
Más tardé, perdió el signo de interrogación y dejó de formular preguntas: ningún acontecimien¬to le despertaba curiosidad, ya sucediera en el Cosmos, en la Tierra, o incluso, en su propio hogar...
Luego de un par de años, perdió otro signo de puntuación —los dos puntos— y dejó de explicar a la gente su conducta.
Hacia el final de su vida no le quedaban más que las comillas. No expresaba ninguna idea propia, sino que siempre citaba a otros... Así que se desacostumbró a pensar y llegó hasta el punto final.
¡Cuide los signos de puntuación'.
ALEXANDR KANEVSKIIT (soviético)